viernes, 19 de febrero de 2016

La sub-especie.

La inseguridad es estética.
La argumentación en contra de los pibes chorros nada tiene que ver con espontáneas inspiraciones éticas, sino con un determinado criterio estético. En nuestra sociedad se permite que en estos momentos alguien haga un robo automático a millones de personas en nombre de las fuerzas financieras. Hay robos que se perdonan y otros que no, se perdonan los robos cometidos por pequeños comerciantes a través de la inflación, los cuales son considerados dentro de la categoría de robos aceptados, después están los robos feos cometidos por los feos. Solo esos ladrones feos merecen la aniquilación. Una miserable diferencia de vestuario para interpretar la violencia.
Se perdona por honor a la belleza a aquel que robe de a miles siempre y cuando haya estudiado, y transite la vida bien vestido. En cambio inundan las cárceles o el paredón de la doxa todos aquellos que roban vestidos por corporaciones multinacionales de ropa deportiva, los pibes que roban con una gorrita, que irán a gastar el dinero robado al mismo mercado.
Los pibes que también siguen la tendencias en la moda, que aman las publicidades de los mejores jugadores de fútbol, que sueñan ser los cantantes más escuchados, los actores y actrices más taquilleros, los conductores con más personalidad. Los pibes se niegan a estar afuera del callejón de los sueños capitalistas. Nuestro criterio para impartir justicia se basa en un principio estético, porque dicho principio no atraviesa solamente un valor como la justicia, sino el mercado mismo, el mercado se alimenta en varias de sus vertientes de la actividad de los pibes chorros. Por eso si se castiga a los pibes chorros no es como ofrenda a ningún Hefesto dios-trabajo. Sabido es que nuestra era tiene una división del trabajo cada vez más tecnólogizada y la mano de obra cada vez más requerida es la cognitiva, la de aquellos que posean conocimientos profundos sobre la tecnología. Se están amoldando y ensamblando  nuevos modelos de sujetos, donde cada día son menos necesarios los clásicos obreros.  Está sobrando cada vez más gente. En nuestro imaginario social ya no es ninguna referencia moral ni ejemplo civil la clásica imagen del "trabajador sudoroso". Entre las relaciones de los jóvenes ser obrero no "garpa", ser obrero no es sinónimo ni de éxito ni de fama, ¿Quién quiere ser albañil?
Que le queda a los pobres si cada vez habrá menos de esos trabajos forzosos. Que les queda para el futuro si desde hace décadas son considerados una sub-especie atrasada en la evolución.
Cuando en el presente su imagen es de las que produce más rechazo, cuando todos se unen a la hora de linchar al pobre que roba, porque su aspecto físico no coincide con nuestros prototipos ni modelos, porque su vocabulario es una amenaza a nuestra armonía gramatical, porque su fealdad es un atentado al buen gusto.
A los pobres les queda por un lado elegir entre el fascista que lo quiere ver lapidado por su sola existencia y el progresista que lo quiere sumiso y bien hablado, agradecido con el trabajo que obtenga gracias a su gestión. La máxima solución posible es lograr la asistencia paternal del Estado. Esta sub-especie es considerada como rehén de algún trastorno mental, pero de todos modos entiende muy bien las convenciones más necesarias para su supervivencia; ir y venir del trabajo (Obra en construcción, venta ambulante, cirujeo, venta ambulante, fábrica pero teniendo mucha suerte).
La inseguridad tiene una solución clara y eficaz y es decretar el fin del capitalismo. Sin capitalismo no hay pibes chorros, así de simple y complejo.
Son días donde se repite y multiplica la noticia de banda de vecinos que linchan pibes chorros, que casualidad que pocos de todos esos linchadores jamás en su vida hayan intentado salir a linchar o pedir que linchen a esos que bañados en lujo nos roban mientras estamos despiertos y dormidos, que nos roban desde el momento que ni bien fuimos concebidos, y hasta después de muertos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! Me tomo la libertad de escribirte esto acá, con la esperanza de que quizás lo leas algún día.
Te voy a ser sincera: llegue hasta acá gracias a un trabajo de Literatura en donde me pedían investigar sobre tu vida y me alegra haberlo hecho porque me permitió conocer una persona que vale la pena conocer.
Dios, despertaste mi admiración! Sos un claro ejemplo de de que "si se quiere, se puede", de aprender sobre las lecciones que nos da la vida y de que hay que luchar por lo que uno quiere.
Ademas tu forma de escribir, francamente es fascinante. Hablas sobre una realidad que no todos conocen y sin limitaciones, como en este texto. Eso es algo digno de admiración.
Como sea, te felicito por todo lo que lograste con tanto esfuerzo.

Lu narr dijo...

Sin capitalismo no hay pibes chorros y sin pibes chorros no hay capitalismo. No hay capitalismo sin pobres.